Liadrek
Mis pasos sigilosos dejaban un chasquido, provocado por la humedad en las hojas que pisaba cada vez que avanzaba por el camino trazado en medio de los árboles.
La brisa fría me golpeaba la piel sin un atisbo de piedad, lo que, algunas veces, provocaba leves temblores en mi cuerpo.
Poca luz me guiaba, pues el cúmulo verde oscuro opacaba los pocos rayos solares que intentaban colarse en el bosque.
Mi mente iba ajena al peligro, también distraída en los detalles naturales que me rodeaban. No tenía un rumbo fijo ni un destino trazado; solo era atraído por un olor dulce que me provocaba emociones encontradas: calidez y culpabilidad, redención y tristeza.
Las palpitaciones de mi corazón se hacían más intensas a medida que salía del bosque. Era como si lo que me esperaba afuera controlara mi interior y jalara de un lazo invisible que me tenía cautivo a su voluntad.
Salí a un claro y vislumbré un arroyo que brillaba. Había una figura femenina allí, rodeada de humo. Caminé hacia ella c