Laurel
Mi corazón latía vehemente a medida que me acercaba al comedor. Traté de controlar la exaltación en mi pecho con respiraciones largas, pero nada funcionaba contra esta ansiedad que me tenía inquieta.
Ayayay...
Debía calmarme y ser valiente. Ya era momento de enfrentar a Liadrek y saber dónde estaba parada. Solté una última exhalación y aumenté la velocidad de mis pasos, llegando finalmente al comedor.
Allí estaba él, con la misma tranquilidad que lo caracterizaba, como si no hubiera puesto mi mundo de cabeza.
Suspiré y me acerqué al comedor, captando su mirada.
Me congelé en mi lugar, pues estaba demasiado nerviosa. No pude evitar su mirada, así que me sumí en el azulado plateado que me contemplaba con la misma intensidad de siempre, como si todavía yo fuera la dueña de su corazón.
Y flaqueé. Toda la valentía que tuve mientras no lo veía se fue a la borda, y ya no estaba segura de aceptar, con calma y madurez, que su mirada especial perteneciera a otra.
No, Liadrek era mío...
A