Kaia
Mis manos temblaban, al igual que todo mi ser. Apreté los labios y miré al monstruo de barro con desafío.
No me rendiría ni huiría como una cobarde. Yo protegería a Nevan en lo que su cuerpo se regeneraba o hasta que nuestros padres llegaran a auxiliarnos.
Pero no lo dejaría a merced de ese ser repugnante.
El wos me miró y yo a la espada, pero se carcajeó de mi idea, como si fuera una ridiculez siquiera enfrentarlo.
Quizás lo era, pero no tenía opción...
Di un salto largo, luego una voltereta en el aire que me permitió coger la espada mientras mis pies se extendían hacia arriba. Cuando aterricé en el suelo, ya tenía la espada de Ronaldo en mi mano y estaba lista para defender a Nevan.
El wos malvado volvió a reír.
Estúpido...
¿Qué se cree?
Con un grito de batalla, un poco exagerado quizás, me lancé sobre él.
—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó Nevan, mortificado—. ¡¡Tienes que escapar!! ¡¡Kaia!!
Él trató de levantarse, pero el dolor lo detuvo.
Eso me distrajo un poco y recibí un impac