Laurel
El trayecto a casa fue incómodo, cargado de tensión y evasión de mi parte. Apenas hablaba lo crucial, y presioné para que no hubiera paradas que no fueran estrictamente necesarias.
Solo quería llegar a casa y llorar en mi habitación. Sí, como si fuera una adolescente inmadura, pero es que dolía, y mucho.
Ayayay...
Nunca había visto a Liadrek tan atento a otra mujer que no fuera yo, tan preocupado porque se sintiera cómoda, tan dedicado a cuidarla.
Y ella, pues, se aprovechaba de su nobleza. Parecía tan débil, que requería de Liadrek hasta para lo más mínimo; mas tenía la leve sospecha de que era una excusa para llamar su atención. ¡Qué chiquillo tan estúpido! Caía en su tonto juego como el inocente que era.
Y yo estaba harta de esta situación, pero tampoco pelearía por un hombre que se suponía era mío. Si tenía que intervenir para que él me respetara, entonces nuestra relación no valía la pena.
¿Dolía? Sí, pero yo ya no estaba para lidiar con este estúpido drama de cachorros. A