Kaia
¡Me moría de la vergüenza!
Miré a Nevan por instinto y noté su leve sonrojo y... terror.
Yo también tenía miedo...
—Papá... —balbuceé, incapaz de decir nada más.
Bastira turnó su mirada de Nevan a mí, agrandó los ojos y soltó un grito de emoción.
—¡Lo hicieron! ¡Se aparearon! —gritó, como si nada.
¡Ah!
—¿Quieres anunciarlo en toda la calle también? Vamos, grita más alto, que todavía no te escuchan los vecinos —me quejé.
—¡Ah, qué delicada! —profirió ella, y movió sus manos como si le restara importancia—. Es normal que te aparees con tu pareja.
Mi pareja...
Nevan y yo nos apareamos...
Uy... ¿Qué era esa mala vibra?
Miré a papá por instinto y noté que observaba a Nevan con ganas de asesinarlo. ¿Cómo pasó su cara de estar relajada a una tan escalofriante?
Qué miedo...
Papá apretó los puños y crujió los dientes. A leguas se le veía lo rígido y todo lo negativo que maquinaba.
—Bastian, cariño... —susurró mamá, preocupada, mientras le daba caricias suaves en el brazo—. Todo está bien,