Kaia
Abrí los ojos cuando la alarma sonó y suspiré, frustrada, porque ahora tenía demasiado sueño como para querer levantarme.
Todo porque anoche no podía dormir y, cada vez que empezaba a hacerlo, tenía imágenes feas que me exaltaban, pero luego no las recordaba.
Y eso me frustraba más que todo.
Si yo, por lo menos, tuviera los detalles de lo que me sucedió ese día, quizás fuera más fácil superarlo.
—¡Tonta! ¿No que no querías recordar eso? —me reclamé a mí misma mientras le ponía pasta dental al cepillo.
Solté un suspiro.
Podría ser que mi miedo a revivir ese momento lo haya bloqueado y, como muy en el fondo no deseaba recordar, pues mis padres no pudieron quitar la amnesia disociativa.
—Entonces, solo yo puedo romper con esto. Está en mí sanar... —Me miré al espejo y me sentí frustrada por la imagen pálida y ojerosa que recibí.
—¡Me veo horrible! —lloriqueé.
Después de bañarme y darle de comer a Nivi, venía lo que sería más difícil de mi día: enfrentar a Nevan.
—Soy tan tonta... —m