Llego al aeropuerto después de haber pasado un vuelo de m****a, no podía creer lo que me estaba pasando, todo iba tan bien con mi Madrilena hasta que ayer se fue con su hermana.
Esa niñata debe haberle hecho un berrinche o alga por el estilo para convencerla, no creo que fuera por otra cosa.
- ¡Basta de pensar estupideces, Chris! Ella no vale la pena.
- ¿Por qué te gritas como un estúpido?- el que se acerca a mí es mi hermano, James. Me abraza y toma mi maleta, pero luego mira hacia todos lados y frunce el ceño.
- ¿Y la chica? ¿dónde la dejaste?
- En España, se echó para atrás en último minuto-Vuelve a abrazarme y besa mi coronilla, sí, es más alto que yo y como un ropero de tres cuerpos, yo soy más flacucho y desgarbado, según papá me parezco más a mamá.
- Lo siento, hermano. A lo mejor ella no era para ti.
- El amor es una maldita m****a, James. Te juro que no me vuelvo a enamorar nunca más en mi puta vida.
Craso error decir eso, unos años después esa frase me cobrará factura y una muy alta, pero volviendo a lo que me ha sucedido, fuimos conversando con mi hermano todo el camino a casa de lo que me habia pasado en este tiempo en España, de mi Mad... nada, de esa mujer y todo lo que aprendí. Mi hermano vuelve a hablar y lo miro con cara de circunstancia.
- Raya para la suma, hermanito. Aún eres joven y esto te servirá para que aprendas a conocer más a las personas antes de entregarle todo de ti a alguien.
- Uy, que filosófico me saliste- digo solo para molestarlo, James es como el mayor de los tres, es una alma vieja en el cuerpo de un veinteañero, pero si yo los clasificara a él y a papá el sería nuestro padre y papá mi hermano mayor.
- Entonces, no me hagas caso - frunce el ceño, bueno, siempre lo tiene fruncido así que no me queda de otra que levantar la bandera blanca entre los dos.
- No te enojes, sabes que no me gusta que estés molesto conmigo, James.
- Entonces no digas burradas, Chris. Tú sabes cuánto te quiero hermanito y me importa lo que te pase.
- Lo sé, lo sé, en fin- suelto un largo suspiro y refriego mis ojos -. Lo pasado, pisado. El lunes comienzo mis clases y tengo todo este fin de semana para llenarme de helado y la nueva temporada de CSI MIAMI.
- ¡Señor! - exclama mirando a los cielos - protégelo de todo mal, antes que termine la carrera.
- Idiota.
Ambos reímos como en los viejos tiempos, si bien me sentía dolido y con el corazón apretado después de que ella decidiera no venir, también era cierto que no podía quedarme llorando en los rincones. Como dijo ella está en una página distinta, yo empezaré a escribir mi historia.
Ya ha pasado un año de aquél incidente y las cosas van viento en popa, con Mateo nos hemos destacado en la carrera, obviamente este papucho en primer lugar y mi amigo en el segundo, cosa que en un principio le molestó, pero ya pasó, con sus calificaciones mantendría su beca y mi padre estaba pensando seriamente en darnos algunas pasantías en la empresa, pero lo que me tiene hoy con los pelos de punta, cosa que es difícil por que tengo el pelo rizado, es que llegó una chica nueva a la facultad.
- Es exquisita - se me sale de la boca cuando se presenta ante todos.
Chloe Anderson, una rubia de medidas perfectas y sonrisa angelical nos mira de reojo y yo rehúyo a su mirada, no sé qué me pasó, pero mi amigo se levantó como si fuera en automático y debí cambiar de posición para que no se notase.
La veo caminar entre los asientos y se para frente a nosotros.
-¿Puedo sentarme aquí?-nos dice indicando en asiento que está libre a mi lado y como me he quedado mudo solo asiento. Hola, soy Chloe, que tonta, ya lo dije. ¿Ustedes?
- Hola, yo soy Mateo y el de aquí a nuestro lado es Chris. Un gusto conocerte, Chloe.
- Guarden silencio, el profesor Mathews nos está mirando- digo, a penas sacando la voz.
Las semanas pasan y Chloe se transforma en nuestra tercera acompañante en todo, es una chica con tanta chispa que me trae loco, pero no he hecho ningún movimiento extraño, aprendí que no debo ser tan precipitado en esto de las relaciones y por el momento ser los tres mosqueteros me parece bien.
Estamos en la biblioteca de la facultad, haciendo el trabajo de cálculo que nos ha solicitado el profesor Mathews, este sería en gran parte la nota del año y para ayudar a Mateo debíamos ser los mejores, no quería que por nuestra culpa perdiera su beca.
- Chicos, por hoy los tengo que dejar, debo llegar a la cafetería a las doce y ya voy retrasado-nos dice Mateo, la cafetería era uno de sus tres trabajos y por supuesto que eso era importante, la vida en Oxford es cara, aunque mi amigo vive conmigo, él es super esforzado y me ayuda con la comida, es su forma de retribuir en algo a los gastos, aunque muchas veces le he dicho que no lo necesito, pero no puedo pelear con él.
- No te preocupes, nosotros lo terminamos y se lo entregamos a Mattews, ve tranquilo, hermano.
Mi amigo, se despide de nosotros y nos dice que para cuando lleguemos nos tendrá una rica cena para celebrar que terminemos otro año más y estemos a pasos agigantados por cerrar este paso en nuestras vidas. Lo vemos salir y nuevamente se instala el silencio en la sala.
Estoy concentrado en la fórmula para terminar uno de los ejercicios que me tiene con dolor de cabeza, cuando Chloe de la nada me habla.
- ¿Chris?
- Mmm.
- ¿Te gusta alguna chica?- levanto mi cabeza y la miro con cara de qué se trae, ella está sonrojada y baja de inmediato su cabeza para comenzar a hablar-. Digo, bueno... yo... ¡Ay! Perdón, no me hagas caso.
- Chloe, no me gusta nadie, no salgo con nadie y tampoco tengo en mis planes ver a alguien, en este momento solo me estoy abocando a terminar la carrera, si eso era lo que querías saber, pues ahí está tu respuesta.
- Oh... Lo siento si te incomodé.
- No te preocupes, eres mi amiga y lo que me puedas preguntar no me incomoda.
- Tienes razón, soy solo tu amiga - dice un tanto apesadumbrada y luego sigue con su parte del trabajo.
- Miren quién está en la biblioteca, mi ratita favorita.
-Idiota - mascullo entre dientes al ver a mi hermano y a Aaron, nuestro mejor amigo desde niños, llegar a nuestra mesa-. Hola, hermano ¿Cuándo dejarás de meterte con este idiota?
- Pendejillo, no me molestes - dice nuestro amigo despeinando mis rulos.
- Déjalo en paz, Aaron. Y hola a ti también Chloe ¿Cómo van?-Chloe se pone de todos colores, sí, ya he notado como mira a mi hermano y a nuestro amigo, fue por eso que no quise avanzar con ella, al parecer le gustan todos.
- Hola, chicos. Aquí vamos, cálculo no es mi mejor materia, pero los chicos me han ayudado mucho.
- A propósito ¿y Mateo?
- Ya se fue a la cafetería, aprovecho de avisar que hoy prepara la cena.
- Genial, será bueno no comer comida de la cafetería.
- ¿Alguien te invitó?
- No empiecen ustedes dos, además esta bestia no necesita invitación, vive con nosotros.
- Vivi cin nisitris - mascullo y ambos lanzan una risotada.
- ¡Jóvenes!- les reclama la bibliotecaria, mientras coloca uno de sus dedos en sus labios para señalar que deben hacer silencio.
Los chicos le hacen caso y como son unos metiches comienzan a ayudarnos con el trabajo. Al final, fue mejor que vinieran pues terminamos en tiempo record y fuimos a entregar el documento a la oficina del profesor.
Con todo listo, nos subimos al auto de James y nos dirigimos a nuestro departamento.
Al llegar, nuestras fosas nasales se llenaron del exquisito aroma de la lasaña que nuestro amigo había preparado.
Colocamos la mesa y nos sentamos a disfrutarla con una buena copa de vino.
La noche se hizo llegar y como buenos caballeros le ofrecimos a Chloe que se quedara en mi habitación, yo dormiría en la sala, aprovecharía de ver la nueva serie que me tiene loco, Criminal Minds era su nombre.
Todos se despidieron y aproveché de colocar unas palomitas en el microondas.
Mientras sacaba una cerveza del refri, escuché unos pasos y me voltee a ver de quién se trataba.
Chloe estaba de pie frente a mí con una de mis camisetas, que le llegaba hasta el muslo y se veía espectacular.
- Hola, tenía sed y vine por un vaso de agua.
- Sí, claro, pasa por favor - le digo atragantándome con mi saliva, mientras ella pasa por mi lado. Me muevo con una torpeza que hace mucho que no me pasaba y la hago trastabillar. Ella cae en mis brazos y coloca sus manos en mi pecho que late a mil por hora.
- Lo... Lo siento.
- No
te disculpes, fue mi falta. Yo...
Y de la nada nos besamos...