Veo todo rojo cuando ese maldito golpea a París y me lanzo contra él sin importar nada.
—¡Maldito, te voy a matar!
Comenzamos una pelea cuerpo a cuerpo y los gritos de todos a nuestro alrededor eran como un pitido en mis oídos.
—¡Ella es mía! ¡Mi mujer!
—Estas loco de remate, París no le pertenece a nadie.
Su mirada era de burla, por lo que no me cansaba de golpearlo, hasta que me dio un certero golpe con su rodilla en las costillas, comenzamos a forcejear y de la nada estábamos rodando a las faldas del precipicio.
Caigo junto a ese maldito y espero lo peor, cierro mis ojos y pienso, mierda, ni siquiera sé en lo que pienso… Solo escucho el grito de París llamándome y luego la nada…
Una hora antes…
Estaba revisando con el chef que las cosas estuvieran bien, todo había salido a pedir de boca y esos dos locos por fin ya estaban casados y junto a todos sus seres queridos.
Me sentía afortunada de ser parte de este grupo personas que, sin importarles nada, me habían cobijado como un miembro