Madrid, España. Hace ocho años atrás. —Odio estas malditas excursiones estudiantiles, el arte no es lo mío.—Es necesario que aprendas de todo, querido amigo. Las construcciones de la antigua Madrid son de las más vanguardistas para la época de su creación y por eso se mantienen en pie, a pesar del tiempo transcurrido.—Ay, Mateo. Yo lo que quiero son unas birras, unas papas bravas y suficiente sexo para volverme loco.—¡Idiota! Tienes que aprender, no puedo creerlo, lo tienes todo, dinero, una familia que te respalda y haces lo que te venga en gana, no sabes como te envidio, hermano.Esa frase dicha por su amigo, años después la entendería, por ahora, el joven Christian no escucha más allá de lo que le importa y eso es pasarla bien.—Ya va, idiota, será mejor que terminemos con esto y luego te invito a comer y beber.La tarde pintaba bien para los amigos, así que recorrieron los lugares asignados por su tutor, se pasearon por las calles de Madrid y fueron descubriendo con su guía lo
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