Un nuevo día amanece, los pajaritos están cantando, los gatos maullando y los perros, bueno, los perros ladrando, obvio.
Me levanto como cada mañana y preparo mi desayuno, con un buen café cargado y un brownie de un minuto (receta top de mi mamá). El microondas pita en señal de que mi pequeña delicia está lista y con cuidado la saco para que se enfríe.
Ya estamos a mitad de semestre y la próxima semana empezaremos las pasantías en la empresa de papá.
Me siento en el taburete de la isla, en la cocina y bebo de mi sabroso café con unas gotitas de whisky, un manjar de los dioses. Enciendo mi tablet y aprovecho de ver el capítulo de anoche de Criminal Minds. Del beso que nos dimos con Chloe ha pasado bastante tiempo y debo decir que no sentí nada, por eso me separé de ella y la dejé en el medio de la cocina marcando ocupado.
El único problema es que la chica, al parecer, no entiende que en estos momentos estoy en otra página de mi vida...
- ¡Diablos que me la hiciste, maldita Madrileña!
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