Ni en mis más locos sueños pensé encontrarme vestida de blanco frente al hombre que amo más que todo en la vida dando el si, acepto. Para que iba a mentir, cuando llegué a este hermoso pueblo con mis duendecitas esperaba lo peor, pero ahí estaba mi hombre, mi amado, mi Chris…
No podía creer que fuera capaz de dar todo sin esperar nada a cambio, perdonando todos los desagravios que le había hecho por una venganza que no tenía ni pies ni cabeza, pero él era así, tan puro y transparente que me daban ganas de salir de mi cuerpo y yo misma agarrarme de las mechas por estúpida.
Y heme aquí, ahora frente a él con lágrimas en los ojos cuando lentamente coloca el bello anillo que su madre había creado para él.
La sorpresa fue tanta que mi duende irlandés lloraba como si sus ojos fueran dos grandes cascadas y yo, bueno yo, estaba en las mismas, pero sus palabras fueron ese bálsamo para mi alma aún un poco rota…
—Mi víbora de cascabel, mi amada Rocío, mi compañera, mi única, mi Ro—sonríe, limpia