Pov Macarena Arismendi.
Siento como las lágrimas caen por mis mejillas y el doctor las limpia con su pulgar, esto era lo último que me faltaba, cuando por fin encontraba una salida a mi vida de m****a, la realidad me atacó.
¿Qué haría ahora? ¿Debo llamar a Christian y decírselo? ¿Y mi hermana? - ¿Cuándo me puedo ir? - No estás en condiciones de hacerlo, Macarena. Tu condición es seria y debemos tratarte para... - Para nada, si igual me voy a morir ¿no? - No seas terca, el tratamiento te dará un tiempo de vida para que puedas estar con los tuyos y dejar todo listo. Sé que es fuerte y doloroso lo que te acabo de decir, pero tienes que entender que tu cáncer ya estaba muy avanzado, de verdad lo siento mucho, Macarena. - Necesito salir de aquí, doctor, por favor. Tengo que ver a mi hermana y a mi novio, ellos. - Puedes pedirles que vengan. - ¡No! Necesito salir de aquí y prometo que volveré para hacer lo que usted dice, por favor. - ¿Estás segura? Me prometes no volver a huir - me pregunta, como sabiendo la respuesta, pero era necesario, debía hacer bien las cosas. Asiento a su pregunta y el se levanta de la silla - Veré el papeleo para tu alta, pero será bajo tu responsabilidad. De verdad, Maca que entiendo lo que estás pasando y por eso confiaré en ti. A los pocos minutos de que el doctor Díaz salió de la habitación, entró la enfermera, ella amablemente me ayudó a levantarme y vestirme, el dolor era demasiado intenso, pero debía salir de aquí, una vez lista y con mi alta y remedios en la mano salí del hospital y me dirigí a la estación de metro, no lo pensé y enfilé mis pasos hasta el colegio de Rocío. Al llegar, vi que mi hermana entraba con Clara, estaba feliz y reía como una loquilla, pero al verme cambió su sonrisa por una mirada seria. Le sonreí y me acerqué a ellas, esperaba que no me rechazara como había hecho los días anteriores. Clara, le tocó el hombro y algo le dijo antes de entrar al colegio y dejarnos solas. - Ardillita. - Hola, Macarena. - Mi niña no estés enojada conmigo, todo lo que he hecho es porque. - Tranquila, ahora lo entiendo y no te preocupes, sigue con tu vida, que yo seguiré con la mía. La señora Almendra me ha pedido que me quede con ellos, no sé si será lo mejor, pero es lo que tengo en estos momentos. Vete tranquila, se feliz, hermana. Te lo mereces. Ro, me abrazó como si se estuviera despidiendo de mí para siempre, lo que no distaba tanto de la realidad. Me aferré a su cuerpo con todo el amor que le tenía y besé sus mejillas apretándolas como siempre lo hacia. - No olvides nunca todo lo que te amo, mi ardillita. Pronto sabrás de mí. Te amo. Solté su agarre y le indiqué que entrara a su colegio, justo habían tocado el timbre y no queria que tuviera más problemas por mi culpa. -¡ Maca! Diablos, de nuevo no pude saludar a tu hermana - me dice Chris llegando a mi lado, le sonreí como si nada pasara y lo abracé - ¿por qué lloras preciosa? - Es que me asusta dejar s mi hermanita, esta será la primera vez que estaremos separadas. - Tranquila, preciosa. Ella entenderá y cuando ya estemos instalados podrás llevarla de visita a Dublín. Sonreí por cortesía, él no me habría aceptado con ella a cuestas, pero quién me entendía si yo misma lo había pensado. Los siguientes días me quedaba en el día con Chris y en las noches volvía a la soledad de mi casa. Comencé a ordenar mis cosas y dejar escritas algunas cartas. Era mi forma de despedirme de todo y de todos. El día antes del viaje decidí que nos quedáramos por separado, aunque Chris no quería era lo mejor y otra vez le mentí. Le dije que pasaría la noche con mi hermana para despedirme y él como siempre me creyó. Por la mañana, tomé mis cosas y cerré la puerta de nuestro departamento. Hablé con la señora Almendra y le entregué una caja para mi hermana. Ese fin de semana, las chicas estarían en un paseo escolar en Barcelona, así que no podría despedirme de ella. - ¿Estás segura de irte, Macarena? - Es lo mejor que puedo hacer, por mi bien y por el de ella. - Está bien, te entiendo, pero no lo puedo aprobar. Por lo pronto, Rocío se quedará con nosotros y espero que no te desaparezcas así de fácil de su vida, ella solo te tiene a ti. - Lo sé y se lo agradezco, prometo llamarla todos los días y estar en contacto. - Cuídate, mi niña. Que dios te acompañe. Me despedí de la señora Almendra y salí de esa casa, ahora me faltaba mi último destino. Tomé un taxi hasta el aeropuerto y al llegar ahí me senté en una banca afuera. Veía pasar a la gente, todos estaban felices. Los besos y los abrazos de las personas que llegaban o se iban era un espectáculo digno de apreciar. En ese momento lo vi bajar de un taxi y me levanté para despedirme, pero mi cobardía pudo más. Tomo mi teléfono y marco su número. - Chris... - Ya estaba pensando que me dejarías botado en medio del aeropuerto, ¿Dónde estás? - Christian... Lo siento, no iré - lo digo rápido para no arrepentirme. - ¿De qué coño estás hablando Macarena? - está molesto y lo entiendo, pero esto es lo mejor. - Fue bonito mientras duró, pero me di cuenta de que nuestras historias están en páginas distintas y no me puedo ir, no te amo lo suficiente como para dejar mi vida en Madrid así de fácil, lo siento. - Macarena, no te entiendo, dime dónde estás y yo... - No es necesario que me busques, Christian. Ya lo he decido, eres un chico grandioso, pero sé que no estoy dispuesta a dejar todo por ti, discúlpame. Limpio las lágrimas que caen por mis mejillas y camino por la vía hacia el acceso de los buses, había decidido internarme, por lo menos el dolor que tengo será menos fuerte. Estoy tan enfocada en mi dolor que no escucho a nada ni a nadie a mi alrededor, cruzo el paso de cebra y siento nuevamente el dolor recalcitrante en mi bajo vientre, en cuestión de segundos escucho un grito y solo veo una luz acercarse, luego el golpe y después oscuridad.Lo único que se me vino a la cabeza es que a mi ardillita, la dejaría sola y sin nadie que la protegiera.