Fernando
El mensaje llegó a las 5:47 de la mañana. Una hora en la que nadie escribe si no es para decir que alguien ha muerto.
"Lo sentimos mucho. El señor Casteli falleció esta madrugada a las 5:12. No sufrió. Su médico personal nos informa que perdió el conocimiento hacia las 4:40 y no volvió a despertarse. Estaba tranquilo. Su abogado le enviará los documentos correspondientes en el transcurso del día."
Me quedé sentado en la cama, con el teléfono entre las manos, mientras sentía cómo el frío de esas palabras se me metía por la piel. No lloré. No hice ruido. Pero algo en mí se quebró, de forma silenciosa y final. Como si me arrancaran algo que nunca fue del todo mío, pero que aún así dolía perder.
Releí el mensaje tres veces. Cada vez esperando que las palabras cambiaran, que se reorganizaran para decir algo distinto. Pero las letras permanecían inmóviles en la pantalla, frías y definitivas como una lápida.
A mi lado, Valeria dormía. Hecha un ovillo bajo las sábanas, con una pierna