En casa, Wilson duerme con el mentón apoyado en mi zapatilla. Ese peso chico me mantiene la cabeza en su sitio. Antes de salir, le dejo agua fresca y el cuenco a medio llenar —ritual de calma— y cierro con dos vueltas.
El hospital despierta con su ruido de carros y el zumbido tibio de las lámparas. Paso por Calidad, marco presencia, dejo el bolso, la libreta y el gesto neutro que me permite caminar sin que nadie me adivine. En el bolsillo interior, un papelito doblado con cuatro cifras: 2687. Lo tocó Verónica como quien te pasa una llave sin decir “ten cuidado”. Hoy esa llave abre o miente.
Abro el sistema. Módulo Farmacia. Historial de respaldos. Búsqueda: 2687. El cursor titila como si respirara. Enter.
Primero aparece un rastro mínimo: “Retiro controlado / soporte / franja 03:15–03:40”. Sin orden asociado. Sin folio. Sin firma. Una línea seca en el lugar donde debería haber ruido de aprobaciones. Se me instala el pulso en el cuello.
Anoto: 03:15–03:40. Sin oficio. Cruzo la franja c