Salí de la ducha como una mujer con un plan. El vapor había nublado el espejo, pero mi mente estaba más clara que nunca. Me recogí el pelo húmedo en un moño desordenado y me vestí con una camiseta de Nikolay que me llegaba a medio muslo, cómoda, suave y con su olor clavado en la tela. Ropa interior negra, simple pero con intención. No iba a dejar que se me acercara, pero lo iba a tener deseándolo todo el tiempo. Era mi venganza por lo que había hecho en la ducha. O, mejor dicho, por lo que no había hecho.
Bajé con paso tranquilo y encontré a todos en la cocina. Lara estaba terminando de poner la mesa y los chicos hablaban en voz baja. Pavel reía por algo que Viktor decía, y Nikolay... bueno, Nikolay simplemente existía. Apoyado en la encimera, serio, con los brazos cruzados y una expresión neutral. Hasta que me vio. Entonces su mirada se detuvo en mí, bajó lentamente desde mi rostro hasta mis piernas, y luego volvió a subir. No dijo nada, pero el leve endurecimiento de su mandíbula fu