Por Esta Vez.
Isela guardó el celular con las manos temblorosas. El mensaje anónimo seguía iluminando su mente, como un eco que no se apagaba: “No camines sola de noche.”
Se obligó a meterlo en el bolsillo del pantalón y respiró hondo, intentando convencerse de que solo era una broma pesada. Pero no parecía una broma. No cuando las palabras parecían haber sido escritas justo en el momento en que ella pasaba sola por el campus.
El cielo estaba teñido de naranja y violeta; nubes finas se extendían como vetas sobre el horizonte. El campus, que horas antes rebosaba estudiantes y risas, ahora era un escenario silencioso, casi desierto, como si cada sombra guardara un secreto. Los carteles pegados en las paredes se movían apenas con el viento; las hojas caídas crujían bajo sus pasos. Isela se ajustó la correa del bolso y caminó con pasos rápidos, tratando de proyectar seguridad aunque cada fibra de su cuerpo gritara lo contrario.
A medida que avanzaba, el sonido de sus zapatos sobre el pavimento le parec