14. Cortes de luz
El rodaje se confirmó para las 11:30 p. m. La hora en que la ciudad parece guardarse secretos. Pasé la tarde calibrando listas: generadores externos con combustible verificado, rutas marcadas con cinta reflectiva, botiquín, comunicación por handies, plan de backup si el viento subía. Nadie me lo pidió; yo lo necesitaba.
Rocío me pasó, como al descuido, una carpeta: duplicados de llaves solicitados el mes pasado. Había un nombre que dolía leer. No lo pronuncié. Lo subrayé en mi cabeza y lo dejé arder en silencio.
A las 10:50, subimos. El crew instalaba trípodes; el electricista revisaba conexiones; Tomás saludaba como anfitrión de fiesta. Fran caminaba con esa calma que le sirve de armadura. Cuando nuestras miradas se cruzaron, asentimos. Nos entendimos sin palabras: cada uno sabía exactamente dónde debía estar si algo pasaba.
El viento era un animal inquieto. La ciudad, un mar de semáforos. Hice pruebas de audio. Mi pequeño lobito se quedó esa noche con la vecina, porque algunas decis