15. Rodaje
La toma final necesitaba viento. La ciudad lo dio. El plano pedía un movimiento lento de cámara; el operador lo ejecutó como si tocara un instrumento que conoce desde niño. Yo estaba junto al monitor; Fran, a mi lado, leyendo el set como si pudiera oler los accidentes antes de que existan.
—Quince segundos y tenemos —dijo el director.
Doce segundos después, la terraza se quedó a oscuras.
No fue solo el set. Fue todo.
El murmullo se convirtió en un golpe de miedo. Oí un “¡cuidado!” y el choque leve de un trípode con el suelo. El viento agarró fuerza, la oscuridad se volvió cuerpo. Instinto y plan: saqué la linterna, ordené al crew que se quedara quieto, llamé por el handy a cada zona. “Responda A, responda B, responda C.” Voces. Nombres. Todos. Bien.
—Conmigo —dijo Fran a mi izquierda. La luz de su celular dibujó su perfil. Su mano no tocó mi cintura, pero estuvo a medio centímetro. El cuerpo recordó cosas que la cabeza prohibió.
—Estoy bien —dije, aunque mi voz se quebró.
El electrici