Capítulo 131. Alina y Mya
El sol de la tarde se colaba por los ventanales del gran salón, bañando las alfombras persas y las estanterías de libros antiguos con un tono dorado que parecía suspender el tiempo. El aire olía a cera de velas y a madera recién pulida, una mezcla familiar que llenaba el espacio de serenidad. En un rincón, Mya estaba sentada en un sillón de terciopelo verde, meciendo suavemente a su pequeña bebé entre sus brazos. La bebé Lyria dormía plácidamente, su respiración acompasada con los movimientos de la madre, y de vez en cuando emitía un pequeño murmullo que hacía sonreír a Mya con ternura.
Alina, sentada cerca, bordaba con calma un paño blanco, sus dedos moviéndose con delicadeza mientras sus ojos observaban de reojo la escena frente a ella. Cada movimiento de la criatura parecía fascinarla, y un calor extraño se extendía por su pecho al ver a Mya y a su pequeña juntas. Se ruborizó sin quererlo, y bajó la mirada rápidamente, como si bordar pudiera ocultar su emoción.
—¿Sabes? —susurró My