[Donovan]
La luz del atardecer bañaba la ciudad en perfectos tonos anaranjados y morados mientras el auto se deslizaba por el asfalto, seguido por varios guardaespaldas que nunca nos dejaban solos, alejándonos de la empresa que tanto trabajo me había costado crear.
Mi propio patrimonio. Mi trabajo.
A mi lado, Cassia apoyaba la frente contra el vidrio polarizado, agotada luego de un largo día de náuseas y mareos. Su silueta, recortada contra la luz, la hacía lucir frágil, como una delicada figura de porcelana que debía proteger a toda costa, pues mi vida dependía de ello.
Cassia, amor mío. La estás pasando tan mal y no sé cómo diablos ayudarte.
Mi mano instintivamente buscó la suya, entrelazando nuestros dedos sobre el suave cuero del asiento. Ella se giró y me sonrió con esa ternura que tanto amaba, pero también pude sentir cómo su agarre se sentía tenso, un pequeño puño de ansiedad que se aferraba a mí con todo su ser.
—¿Te sientes bien, Cass? —pregunté. Mi voz sonó más grave de lo u