[Meses después...]
La mansión de Jazmin Gavrilov, antes un escenario de tensiones, diferencias, rencores y miradas frías, resonaba con un sonido que parecía haberse olvidado; las risas genuinas.
En otro tiempo, esto hubiera sido casi imposible de conseguir.
Donovan sostenía mi mano bajo la mesa, sus dedos entrelazados con los míos, a veces tensos, a veces más relajados. Había sido un arduo trabajo conseguir que aceptara venir a esta cena, pero Karina me había suplicado y, francamente, creo que ya era hora de que nosotros también diéramos un paso al frente.
Aunque no fue fácil.
—No podemos seguir alimentándonos del rencor, Van —le había dicho, acariciando su mejilla. Él, por supuesto, refunfuñó porque sabía que era una lucha que iba a perder—. No es sano, y tenemos que intentar superar todo lo que pasó. Por nosotros... por nuestros bebés. Un paso a la vez, con límites claros esta vez. Tu abuela ya sabe que no puede dar un paso en falso o eso será todo. Además, en todo este tiempo ha qu