—¿Qué? ¿Te emociona eso? ¿Crees que el idiota vendrá a rescatarte? —Cuando no recibió respuesta, apretó un poco más su agarre, pero luego me lanzó contra el suelo, provocando que tosiera y me lastimara aún más que antes. Maldición—. ¡Ja! No me hagas reír, Cassia. ¿Crees que soy imbécil? No dejaré que Donovan te vea. Nadie me va a quitar a mi muñeca de desquite, mucho menos él. ¿Su...? ¿Su muñeca de desquite? ¿Solo soy eso? —Adrik... Por favor, ayúdame... —le supliqué, levantando mi mano para que me ayudara a levantarme del suelo, pero en lugar de eso, aquel hombre volvió a tomarme del cuello y, haciendo uso de toda su fuerza, me jaló hasta llegar al borde de la bañera, colocando mi cara lo más cerca posible del agua. Sin embargo, jamás me dejó tocarla. Una vez más, la respiración se me cortó y vi toda mi corta vida pasar frente a mis ojos. No, por favor. No quiero morir. —Lo odio tanto —murmuró en medio de su embriaguez—. El maldito de Donovan arruinó mi vida. No sabes cómo dese
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