[Donovan]
Esto fue por Cassia y por mi hijo, maldito.
Las noticias corrieron como pólvora encendida; el embargo a todas las cuentas de Adrik había sido ejecutado, sus propiedades quedaron congeladas y la sucursal que manejaba en Seattle estaba bajo investigación. Todo parecía estar tomando un buen curso; el idiota no podría salir de esta tan fácil. Sin embargo, la victoria me supo a poco.
Porque, a pesar de todo y de que hice lo posible para que no pudiera intervenir, mi abuela había movido sus hilos para que Adrik no terminara en una sucia y peligrosa prisión. Le había salvado el culo una vez más y había ignorado el dolor tan grande que provocó en mi vida.
No le interesó lo que le hizo a su propio bisnieto, ni el daño que le ocasionó a Cassia o a mí. Ignoró todo eso solo para mantener una maldita fachada que se negaba a dejar colapsar frente a nuestros ojos.
El “gran castigo” para su pequeño e indefenso nieto dorado había sido un arresto domiciliario en una de sus casas de lujo. Una