Obligada a casarse con un desconocido para salvar la empresa fundada por su madre, Brianna vuelve a casa tras años de trabajar fuera; pero no está sola: viene acompañada de su hijo, Evander. Su futuro esposo no es otro que el famoso Kane Beresford, conocido como «Abadon» un frívolo magnate famoso por ser implacable e inmisericorde, y cuya personalidad ha empeorado mucho desde que quedó confinado a una silla de ruedas tras un accidente tres años atrás, haciendo imposible conciliar con él. Sin embargo, Bri no ha vuelto solo para salvar la empresa familiar; su verdadero objetivo es descubrir quién asesinó a su madre años atrás y recuperar el control de lo que siempre fue suyo: ByteBloom Software. Y no dudará en usar lo que esté a su alcance, incluso a su incapacitado esposo, para conseguirlo.
Leer másElla fue obligada a casarse con un discapacitado para salvar la empresa de su difunta madre, y volverá para vengarse de todos los que la lastimaron.
Porque no puedes escapar del pasado… siempre consigue la forma de alcanzarte, y cuando Brianna lo vio, sentado en su silla, con ese aire de tipo duro que se creía el centro del mundo, mientras pasaba la vista entre ella y su acompañante, lo supo. Y cuando él abrió la boca, se lo confirmó.
—¿Tú vas a ser mi esposa? ¿Y ese quién es? ¿Acaso tienes un hijo? Maldita sea… Mi abuelo me trajo a una usada.
Esto no sería fácil.
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—La próxima semana tendremos las asignaciones de los nuevos proyectos —dijo una suave voz masculina que salía de una laptop sobre la mesa de centro.
—Por supuesto —contestó la muchacha con calma mientras recogía algunas cosas del piso de su apartamento.
—Esta temporada harás teletrabajo, ¿no?
—Sí, tengo que concentrarme un poco más en Evan y apoyarlo.
—Ya veo… ¿quieres que entre al programa? Sería una pena que su talento se desperdiciara.
—Él quiere —contestó la muchacha—. Pero aún es muy pequeño, así que nos centraremos solo en aprendizaje y socialización por ahora… Aunque hacer socializar a un niño como él es muy difícil.
Resopló cansada, y un pitido resonó. Era su celular el que sonaba.
—Oh, ¿tienes otra llamada? Bueno, te dejaré por ahora entonces. Descansa y relájate para que estés lista para los nuevos proyectos.
—Claro, señor. Así lo haré.
El hombre al otro lado cortó, y solo entonces la rubia se movió para tomar el celular, encontrando una llamada de un número desconocido, pero que tenía un código de área que conocía bastante bien: Irlanda, Dublín, Ranelagh, en específico.
Soltó un suspiro cansado y dejó que la llamada se perdiera, pero volvió a sonar. Lo hizo dos veces más, pero al otro lado siguieron llamando, por lo que no le quedó de otra que contestar.
Descolgó, lo puso en altavoz y siguió recogiendo alrededor, porque la llamada no merecía su tiempo.
El silencio se regó por el lugar cuando la persona al otro lado se negó a hablar, pero ella tampoco lo hizo.
De pronto resonó una voz chirriante y molesta que extendió el asco en la muchacha en un segundo.
—¿Qué estás haciendo que no contestas? Sigues siendo tan maleducada como siempre… no sé qué haré contigo.
Qué desastre.
El hombre al otro lado de la línea resopló, y la rubia frunció el ceño.
—¿Qué demonios quieres? ¿Cómo conseguiste mi número? —espetó con dureza, sin un ápice de cariño, porque él no se lo merecía.
—¿Así es como le hablas a tu padre? —replicó iracundo—. No puedo creer que ya sean cinco años y sigas así.
La falsa decepción en su tono hizo que a ella le hirviera la sangre, pero, como se suponía que era una mujer adulta, contó hasta cinco y se calmó.
—¿Qué quieres? A diferencia de ti, yo sí tengo cosas que hacer con mi vida. Si solo llamaste para fastidiar, voy a colgar. —Se acercó y agarró el celular.
—¡Espera! —soltó él con prisas y volvió a resoplar—. Tienes que volver a Irlanda.
¿Qué?
—¿Te volviste loco? —soltó ella sin pensar y resopló, impresionada por el cinismo de ese tipo.
—Te vas a casar, ya está decidido. Tienes que volver tan pronto como sea posible para oficializar el compromiso y firmar los papeles. De ser posible, toma un vuelo a casa esta misma noche.
¿Acababa de decir «casa»? ¿En serio?
La seriedad de su voz burbujeó en ella con un asco que la desconcertó, y no pudo evitar soltar una carcajada cruda.
—¿Te estás tomando tus pastillas? Tal vez deberías ir con el psiquiatra para que te recete algo nuevo —espetó— ¡¿Cómo puedes llamarme después de más de cinco años para decirme algo tan estúpido?! ¡Dile a tu queridita Ivette que se case ella y déjame en paz!
—¡La empresa de tu madre está en peligro, ¿no lo entiendes?! ¡Tienes que casarte o nos iremos a la quiebra!
¿Así que por eso era todo?
Sus palabras le dejaron la mente en blanco por unos segundos, y la molestia hirvió en su interior sin poder evitarlo.
Con el latido de su corazón resonando en sus oídos, y como si lo tuviera al frente, le gritó al celular:
—¿Cómo que a la quiebra? ¡¿Qué le hiciste a la empresa de mamá?!
—Perdimos a unos clientes importantes y estamos al borde de la quiebra, pero conseguí un trato con el Presidente de Industrias Nexus. Él está ansioso por casar a su nieto, e inyectará dinero a la empresa con tal de que te cases con ese chico.
No… es que esto no podía ser cierto. ¿La estaba vendiendo como cerdo para el matadero?
Un momento.
Brianna se detuvo en seco, preguntándose si había oído bien. ¿Acaso acababa de decir «Industrias Nexus»? De repente, la inquietud brilló en su expresión.
—¿De quién estás hablando? Los Beresford no tienen un nieto —habló la muchacha con desdén, porque esto también podía ser una trampa
—Lo tienen, el hijo bastardo de Rowan —contestó con una repentina emoción que a ella le chirrió—. El chico tuvo un accidente hace tres años y quedó en silla de ruedas. Tenía un compromiso pactado, pero su novia lo dejó cuando supo que no volvería a caminar, y el viejo quiere casarlo. Como tú estás soltera, eres la candidata perfecta. Ivette está con Owen, ella no es elegible.
«Owen…».
Escuchar ese nombre la devolvió a sus cinco sentidos, resopló y, con el celular en la mano, caminó hasta la computadora, donde un correo estaba abierto en la pantalla, y tenía unas palabras muy simples.
Respiró hondo y pensó en ellas por unos segundos porque, de ser ciertas, la ponían entre la espada y la pared.
Los Beresford tenían un imperio inmobiliario que se extendía no solo en Irlanda, sino por toda Europa y el mundo, con una diversificación tan densa como poderosa. Si se casaba con el próximo heredero, aunque fuera por conveniencia, de seguro podría tener acceso a más información y…
Tenía que hacerlo, pero…
Un escalofrío se escurrió por su cuerpo, y el simple pensamiento le revolvió el estómago mientras apretaba los labios, porque volver a Irlanda significaba meterse directo en el ojo del huracán, y de seguro tener que volver a ver a gente indeseable.
Pero… ¿Y si podía conseguir algo más?
Se mordió el labio inferior, frunció el ceño sin quitarle la vista al mensaje, y espetó tras un par de segundos unas palabras que le supieron a vinagre:
—De acuerdo, me casaré con ese tipo, pero con una condición.
Las tripas se le revolvieron. ¿Qué clase de locura estaba aceptando hacer?
Escuchó a su padre refunfuñar al otro lado, y masculló:
—¿Qué quieres?
—Que no te vuelvas a meter en mi vida —respondió tajante y colgó.
Sabía que quería decir algo más, pero a ella le importaba un carajo. El simple hecho de escuchar su asquerosa voz le revolvía el estómago, y su desayuno fue muy sabroso como para echarlo a perder.
Tiró el celular a un lado, acercándose a la laptop para leer una vez más aquellas palabras, que parecían simples pero no lo eran: «Tu madre no se suicidó como todos dicen. ¿Quieres saber la verdad? Entonces vuelve y búscala tú misma».
Ni siquiera sabía quién era el remitente, pero lo averiguaría.
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¡Hola! Bienvenido/a a esta nueva historia. Gracias por darle la oportunidad. Espero que la disfrutes
Apenas escuchar la voz, la cara de Evan se transformó en alegría, y tras encontrar la fuente, salió corriendo en su dirección.—¡Tía Amy! —chilló al llegar hasta ella.La mujer, una dama morena y castaña, se agachó y lo recibió con los brazos abiertos.—¡Mi pequeñito, pero si estás enorme! —clamó alegre y lo abrazó con fuerza, para luego cargarlo del suelo.—¡Tú también has crecido mucho, tía! —dijo él, y Amelia puso mala cara al instante, lo que a Brianna le sacó una risita mientras se acercaba.—Amy, llegaste pronto —comentó la rubia.—Había menos tráfico del que pensaba. Además, estaba ansiosa por verlos después de casi dos años. ¿Cómo salió todo?—¡Quedé! —espetó Evan y volvió a abrazarla—. Mamá dice que quiere que estudie con otros niños, pero no sé…—Oh, cariño, lo harás bien. —Amelia empezó a peinar sus cabellos mientras lo mecía—. Eres muy inteligente, así que seguro saldrá de maravilla.Evan no dijo nada, solo se quedó recibiendo el cariño, siendo observado por su madre, que
Brianna frunció el ceño y lo miró con ojos acusadores, viendo cómo se acomodaba para ponerse los pantalones. Era extraño, pero funcional.—¿Acaso sabes lo que son el respeto y la decencia? —preguntó con tono acusador.—Son cosas que no tengo por qué hacer en mi cuarto —soltó él como si nada y se encogió de hombros—. Me voy a dormir, mañana tengo mucho trabajo pendiente.En un parpadeo, se pasó a la silla de ruedas, actuando como un experto, y fue al baño para dejar las toallas.La muchacha lo vio hacer esto con el ceño fruncido. A continuación, él volvió, y ella lo vio tomar sus piernas con fuerza para meterse bajo las sábanas. Apagó las luces de la habitación con un interruptor que tenía a un lado de su cama, agarró el celular y empezó a ver cosas.Brianna apretó los labios, pero decidió ignorarlo y seguir con lo suyo.Tomó un pijama que había dejado fuera antes, su neceser con sus pertenencias y una toalla, y entró al baño, cerrando con pestillo por si acaso.El lugar era enorme, y
Madre e hijo cenaron tarde, pues se la pasaron acomodando su habitación, lo que la libró de enfrentar a su señor nuevo esposo.Sin embargo, cuando llegó la hora de dormir, bueno… ardió Troya.—¿Qué es esto? ¿Por qué mis zapatos están tan juntos en un rincón? ¡Se ve todo desprolijo! —se quejó Kane, por un motivo muy insulso a ojos de Brianna, y volteó a verla con furia.Ella llevaba algunas cajas consigo, no muchas, porque no era de esas fanáticas de las compras y se aseguraba de tener lo justo y necesario, y se encogió de hombros.—Te dije que debías darme un espacio en tu vestidor, ¿no? Lo decía en serio. Soy una dama, y merezco ser tratada como tal.Él frunció el ceño y estuvo a punto de decir algo; sin embargo, la rubia le pasó por delante como si nada y se dispuso a acomodar sus zapatos y sandalias en el pequeño espacio que desocupó.—Recuerde lo que le dije temprano, señor Beresford —remarcó con especial apego—. Además, no es para tanto. Una hilera, un cajón y un par de perchas,
—Lo harás, no está sujeto a discusiones. Quiero acabar con este fastidio de su parte, y ni me va ni me viene respirar tu mismo aire —espetó él y se encogió de hombros.Acto seguido, llevó su silla hasta el largo pasillo por el que se fue su madre con Evan, y Brianna lo siguió.—Entonces aquí irá mi cama, ¿verdad? —La voz de Evan resonó con calma.—Sí, o podemos ponerla allá. —Esa fue Evie.—Allá podemos poner mi mesa. Tuvimos que dejar la mía en Alemania, pero mami dijo que tendré una nueva y así podré ver mis clases.—¿No irás a la escuela?—Hmm… creo que sí, mami quiere que vaya a la escuela para que conozca a otros niños, pero también veo mis clases por internet con mis profesores.—¿Qué clases ves? —Evie parecía interesada.En el pasillo, Kane se detuvo antes de llegar al portal, y Brianna justo tras él.—Veo clases de programación y desarrollo de software, también de francés y chino, y clases de música, que me gustan mucho.—Oooh, eso es impresionante. Eres un niño muy inteligent
A Brianna se le revolvió el estómago de solo escucharlo, pero él seguía y seguía, metiendo la pata hasta el fondo.—El que ahora seas la señora Beresford no te da derecho a nada, ¿entendiste? Solo hice esto para sacarme al chicle de mi abuelo de encima y que dejara de fastidiarme la vida. No sé quién eres, ni me importa. Solo procura no meterte en mi camino y estaremos bien.Aquellas palabras resonaron con tan poca soltura que chirriaron en los oídos de la muchacha. ¿De qué le servía tener una cara tan hermosa, si por dentro era más ego que cerebro?Resopló con fuerza y rodó los ojos.—¿De verdad te crees tan especial como para que me importes tú, tu apellido o tu familia? ¡Dios, no, que egocéntrico saliste, Kane Beresford! —exclamó mientras negaba con la cabeza, fingiendo asombro.—¿Y por qué otra razón lo harías? Tu padre te vendió a cambio de su empresa, ¿no? Ustedes son tal para cual.Brianna frunció el ceño y se acercó un paso, enfrentado su dureza con aplomo.—Mire, señor Virgen
Brianna no tenía tiempo de pensar en todo el drama de una familia que ni siquiera era suya, así que miró a su nuevo esposo y espetó:—Kane, ¿dónde nos alojaremos Evan y yo? Hay mucho que tengo que hacer para asentarnos aquí, y mientras más pronto comience, mejor.Él frunció el ceño, pero resopló y giró su silla hacia la salida al jardín.—Vengan conmigo.Madre e hijo lo siguieron a través de una moderna puerta corrediza y salieron al jardín, un enorme espacio en el que resaltaba una gran piscina, una estructura en el fondo y loma hasta que se perdiera la vista, además de una estructura al costado, de una sola planta. Kane abrió las puertas de vidrio con calma y, al pasar tras él, Brianna una nueva cara que no conocía.—¡Oh, ya llegaron! —clamó la mujer, de cabellera rubia y unos preciosos ojos azules que no podían ignorarse, pues brillaban con intensidad en su delicado rostro. Ella se levantó del sofá y caminó hacia Brianna y Evan enseguida—. ¡Bienvenidos!Parecía emocionada, vaya lo
Último capítulo