Era bien sabido que Clarissa había estado locamente enamorada de Luca por varios años. Siempre obediente y sumisa, ella se tatuó por él, rompió las normas por él, y vivió bajo el techo ajeno por él. Hasta que, después de caer al agua, él salvó a quien era su peor enemiga y se olvidó de ella, dejándola tirada y hecha un desastre. Ella en ese entonces se desilusionó de esa mentira que por años había construido. Pero por obra del destino, más tarde apareció un hombre que la abrazó y, con una sonrisa suave, le recordó: —Señorita Clarissa, ¿no has pensado en darle una merecida lección a su exmarido? Ella se dio cuenta de todo y pidió el divorcio, luego se casó con el hombre más rico y con mayor influencia de San Leo, el líder de Grupo Financiero Santoro, Giovanni. Aquella misma noche, subió el certificado de matrimonio a sus redes sociales. Luca, que siempre la había menospreciado, finalmente se puso celoso y le rogó que no se divorciara. Luego, miró a Giovanni y le dijo con dureza: —¿Crees en serio que ella te ama? ¡Solo quiere aprovecharse del poder de tu familia! Pero Giovanni, abrazándola, le respondió con calma: —¿Y qué? Ella se merece todo mi poder y mis recursos financieros. Nadie sabía que Clarissa siempre había sido parte de los planes de Giovanni. Él siempre la había amado como a una rosa que se cuida y aprecia solo desde la distancia, le encantaba su ambición y estaba dispuesto a apoyar su valentía.
Leer más—En resumen, no puedo perder contra Clarissa —dijo Araceli, apretando los dientes.¡No puedo perder contra ella, no importa quién más se meta!***El lunes, cuando Clarissa llegó a la oficina de Vittoria, pensó que sería ella la que la buscaría para hablar del tema de su novio. Pero apenas soltó su bolso, fue la nueva arquitecta, Tania, la que se acercó. Antes, Tania le había pedido sus datos y Clarissa se los dio por cortesía.—Clarissa, vi lo que subiste en tu red. ¡Qué invernadero tan enorme! ¿Fue regalo de tu novio por San Valentín? —dijo Tania con un tono amable que sonaba falso, casi burlón.Aunque Clarissa venía de una familia importante y había vivido muchas cosas, notó enseguida lo falsa que era la sonrisa de Tania.Respondió con una sonrisa leve y un “Hmm”, mientras sacaba el celular y fingía hablar con un cliente. Pero Tania no se iba.—Con tantas flores y ese invernadero, tu novio debe tener buena lana, ¿no? ¿A qué se dedica?El tema entre Luca y Clarissa era conocido, aunq
—En esto, la familia Santoro está más ansiosa que nosotros; no van a dejar que Clarissa gane —dijo Teresa, sin saber que los Conti estaban en bancarrota, que Clarissa ya estaba divorciada y aun así seguía causando líos.Araceli apretó los dientes, furiosa:—¡Se casaron!—¡¿Qué?!No solo Teresa quedó impactada, Jacob también se sorprendió.—¿Cómo que... se casaron? ¿No se había separado de Luca? —nadie esperaba algo así.Araceli estaba por llorar otra vez, entre sollozos:—¡Quién sabe qué le pasó a Giovanni para perder la cabeza así! ¡Perdió la oportunidad con una de tantas jóvenes correctas por una mujer que ya estuvo casada!—¡No lo acepto! ¿Por qué ella es mejor que yo? Soy más joven, mi familia tiene mejor nombre, no soy menos atractiva, ¡¿qué tiene ella que yo no?!Llena de rabia, Araceli dijo:—Giovanni ni siquiera me ve; solo me usó para traer a Clarissa. No soltó su mano ni un segundo, está loco por ella.—¿Qué tiene Clarissa para que la quieran así? Solo finge. Se hace la buena
Jaja, ¿quién iba a decir que el seco Giovanni es así con su esposa, tan pegajoso y cariñoso, como un niño que no quiere dejar de abrazarte nunca?***En la casa de la familia Favero.—Señorita…— apenas la empleada abrió la puerta, Araceli se quitó los tacones y los dejó junto al mueble, con un gesto de dolor y rabia. Salió corriendo al salón, subió las escaleras, entró a su cuarto y lanzó el bolso con tanta fuerza que todo lo de adentro se desparramó.Después, gritó con fuerza:—¡Ahhh!—¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? —preguntó Teresa, su madre, que llegó corriendo al oírla. La empleada ya le había dicho que Araceli venía mal y subió enseguida.No tardó en aparecer Jacob, que estaba abajo en el despacho. También subió al escuchar todo.Araceli levantó la cabeza, con lágrimas y coraje, y se echó a llorar encima de Teresa.—¡Mamá, nos engañaron, nos engañaron a todos! —gritó Araceli, llorando tan fuerte que le dolían los oídos a Teresa.—¿Qué pasó? ¿No te fue a buscar Silvia a casa de los
Al verla callada, Giovanni se acercó un poco más, con una expresión tranquila y una luz especial en los ojos, que antes se sentían lejanos y ahora parecían llenos de algo que la invitaban a quedarse viéndolos.Sus ojos se achicaron con ternura, y sus labios tibios se acercaron a los de Clarissa, pero se detuvieron justo antes de tocarlos.—Si pasó algo... ¿te enojarías? —preguntó en voz baja.Clarissa sintió el calor subirle al cuerpo, y sus labios temblaron solo por el aliento de él. Cerró los ojos despacio, sus pestañas largas se movían al ritmo de su respiración.—No me enojaría. El pasado no se puede borrar. Todos tenemos uno —dijo con voz suave.—Solo me duele no haber vivido todo contigo. No estuve en tus años de locura ni cuando creciste hasta ser quien eres ahora.El corazón de Giovanni empezó a latir con más fuerza, mucha más que antes.En ese momento, deseó con todo su ser abrazarla fuerte, unirse a ella por completo, sin soltarse nunca más.Su mano, que acariciaba su cuello,
¡Y todavía queda pendiente lo de Araceli!Giovanni tenía la mirada tranquila, pero Clarissa notó que sus ojos brillaban como si escondieran una alegría secreta.Eran tan lindos que ella no podía dejar de verlos. Pero no aguantó mucho y se inclinó para darle un beso en los labios.—Voy a preparar otro plato. Esta vez sí te prometo que no se quema —dijo él.Clarissa lo miraba mientras cocinaba de espaldas. En un momento, cuando lo vio mover la espátula, tomó su celular y le sacó una foto. No la subió, solo la guardó.—¿Cómo aprendiste a cocinar? —preguntó, apoyando la barbilla en la mano—. En casa de los Santoro no creo que te dejen entrar a la cocina tan seguido.—Cuando estudiaba en otro país, me cansé de la comida de allá. Así que a veces cocinaba yo —respondió Giovanni, sirviendo unas verduras en un plato y poniéndoselo enfrente a Clarissa. Como estaban solos, comer juntos en la barra estaba bien.Clarissa lo observaba hacer todo bien. Con esos dedos largos y finos, le pasó el plato.
Clarissa solo quería pegarse más a él, lo más cerca posible.De pronto, Giovanni se puso tenso. Se dio la vuelta de golpe, la agarró por la cintura sin avisar y la levantó para girarla en el aire. Cuando ella recuperó el equilibrio, ya estaba sentada sobre la barra de la cocina, aún entre sus brazos. Entonces se acercó y le robó un beso, rápido.—¿No querías estar cerca? —murmuró contra sus labios mientras le tenía las muñecas.Clarissa se sonrojó por lo que dijo, pero no se alejó como otras veces. Algo dentro de ella se encendió. En vez de echarse para atrás, le devolvió el beso, sin miedo.Siempre pensó que un hombre que se remanga para cocinarle merece todo. Y frente a él, no tenía por qué comportarse como si fuera tímida.Desde que lo vio tomar la espátula por ella, solo quería besarlo. Quería hacer todo por él, incluso lo que parecía imposible.Giovanni no esperaba tanta iniciativa, pero no tardó en devolverle el beso con las mismas ganas.—¿Qué es ese olor? —preguntó Clarissa, ar
Último capítulo