Al verla callada, Giovanni se acercó un poco más, con una expresión tranquila y una luz especial en los ojos, que antes se sentían lejanos y ahora parecían llenos de algo que la invitaban a quedarse viéndolos.
Sus ojos se achicaron con ternura, y sus labios tibios se acercaron a los de Clarissa, pero se detuvieron justo antes de tocarlos.
—Si pasó algo... ¿te enojarías? —preguntó en voz baja.
Clarissa sintió el calor subirle al cuerpo, y sus labios temblaron solo por el aliento de él. Cerró los ojos despacio, sus pestañas largas se movían al ritmo de su respiración.
—No me enojaría. El pasado no se puede borrar. Todos tenemos uno —dijo con voz suave.
—Solo me duele no haber vivido todo contigo. No estuve en tus años de locura ni cuando creciste hasta ser quien eres ahora.
El corazón de Giovanni empezó a latir con más fuerza, mucha más que antes.
En ese momento, deseó con todo su ser abrazarla fuerte, unirse a ella por completo, sin soltarse nunca más.
Su mano, que acariciaba su cuello,