Jaja, ¿quién iba a decir que el seco Giovanni es así con su esposa, tan pegajoso y cariñoso, como un niño que no quiere dejar de abrazarte nunca?
***
En la casa de la familia Favero.
—Señorita…— apenas la empleada abrió la puerta, Araceli se quitó los tacones y los dejó junto al mueble, con un gesto de dolor y rabia. Salió corriendo al salón, subió las escaleras, entró a su cuarto y lanzó el bolso con tanta fuerza que todo lo de adentro se desparramó.
Después, gritó con fuerza:
—¡Ahhh!
—¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? —preguntó Teresa, su madre, que llegó corriendo al oírla. La empleada ya le había dicho que Araceli venía mal y subió enseguida.
No tardó en aparecer Jacob, que estaba abajo en el despacho. También subió al escuchar todo.
Araceli levantó la cabeza, con lágrimas y coraje, y se echó a llorar encima de Teresa.
—¡Mamá, nos engañaron, nos engañaron a todos! —gritó Araceli, llorando tan fuerte que le dolían los oídos a Teresa.
—¿Qué pasó? ¿No te fue a buscar Silvia a casa de los