Clarissa solo quería pegarse más a él, lo más cerca posible.
De pronto, Giovanni se puso tenso. Se dio la vuelta de golpe, la agarró por la cintura sin avisar y la levantó para girarla en el aire. Cuando ella recuperó el equilibrio, ya estaba sentada sobre la barra de la cocina, aún entre sus brazos. Entonces se acercó y le robó un beso, rápido.
—¿No querías estar cerca? —murmuró contra sus labios mientras le tenía las muñecas.
Clarissa se sonrojó por lo que dijo, pero no se alejó como otras veces. Algo dentro de ella se encendió. En vez de echarse para atrás, le devolvió el beso, sin miedo.
Siempre pensó que un hombre que se remanga para cocinarle merece todo. Y frente a él, no tenía por qué comportarse como si fuera tímida.
Desde que lo vio tomar la espátula por ella, solo quería besarlo. Quería hacer todo por él, incluso lo que parecía imposible.
Giovanni no esperaba tanta iniciativa, pero no tardó en devolverle el beso con las mismas ganas.
—¿Qué es ese olor? —preguntó Clarissa, ar