KOSTAS
Me mantengo en mi lugar, la rabia hierve en mis venas. Los "ratoncitos" se atrevieron a presentarse en mi casino, después de intentar matarme. ¿Piensan que pueden venir aquí, a mi territorio, a mi casa, y hacer lo que quieran? Mi ira aumenta. La sonrisa en sus labios me da ganas de golpearlos hasta que no puedan respirar.
—Para ser una puta, la proteges mucho —dice Karen, con un tono de voz que me hace hervir la sangre.
—Es mía, yo vere que hago con ella—respondo, con voz dura y profunda.
—Sabemos que no es así, Kostas —dice Oleg, con una sonrisa que me da ganas de golpearlo—y algo me dice que esa chica es importante.
—Están aquí por una razón, no se hagan los tontos —digo, y mi mirada se posa en la de ellos.
—Solo vinimos a divertirnos —dice Oleg, con una sonrisa burlona.
—Para eso es el casino. Gasten todo el dinero que quieran. Con la poca inteligencia que tienen, dudo que puedan ganar algo —le respondo.
—Parece que el disparo que recibiste en vez de bajarte el ego te lo sub