MELISA
—¿Quiénes son ellos? —pregunto, y la tensión en el ambiente me dice que son más que simples desconocidos.
—Los Mancini —responde Kostas, y la frialdad de su voz me hace temblar.
Los hombres se acercan a nosotros. Sus caras son una máscara de cortesía, pero sus ojos son fríos y duros. Me miran, y por un momento temo que puedan reconocerme a través de la mascara que llevo puesta. No se, pero los hombres emanan maldad pura, a diferencia de Kostas que desprende peligro y no se cual es peor. El que está en el medio se detiene frente a Kostas, y me doy cuenta de que es el líder.
—Pensamos que estabas muerto, Kostas —dice el hombre, con una sonrisa que no me llega a los ojos.
—Mala hierba nunca muere —responde Kostas, y una sonrisa de burla se dibuja en sus labios.
El hombre se ríe, y los otros dos lo imitan. El que está a su derecha se acerca un poco, y me mira con una mirada de depredador.
—He oído que tuviste un accidente —dice, con un tono de voz lleno de burla.
—Solo un pequeño b