Mundo ficciónIniciar sesiónPor supuesto que el gran controlador en jefe, después de decir que era libre de romper “nuestro acuerdo”, no me dejaría en paz tan fácil. Cuando llegué a trabajar, fui a mi locker a guardar mi bolsa y me encontré con una tablet, sin duda la que usáramos la tarde anterior. Cerré el locker de un manotazo, molesta por aquella intrusión.
Había decidido que me presentaría en el tercer piso por la tarde, porque no estaba dispuesta a arriesgarme a que cumpliera su palabra y le diera mi caso a sus abogados. Pero hasta entonces, no quería ni pensar en él.
Aisha me llamó con señas urgentes tan pronto me vio.
—Ve con Bill, te estaba esperando —dijo, señalando el jardín interior.
Encontré al técnico sentado donde solíamos, bajo el manzano, trabajando en una tablet con teclado con expresión reconcentrada. A







