Mundo ficciónIniciar sesión—Respira, Vera —susurró—. Vuelve a relajarte.
Por supuesto, porque era tan sencillo. Su dedo seguía hundido en mi vientre, entrando y saliendo, y por algún motivo que se me escapaba, mi cuerpo no estaba tan indignado como yo por lo que me estaba haciendo.
Seguía tensa como una cuerda de violín, pero la fricción en mi entrepierna me causaba chispazos fugaces en las entrañas. Como si lo percibiera, comenzó a mover su mano más aprisa, intensificando la fricción y aquellos ramalazos involuntarios de aceptación.
—Así que fuiste a prisión por él —dijo sin dejar de tocarme, su otra mano moviéndose con lentitud por toda mi espalda.
—Seguro —murmuré, odiándome a mí misma al darme cuenta que sus caricias estaban a punto de comenzar a excitarme.
Su dedo salió completamente de mi vientre,







