Mundo de ficçãoIniciar sessãoNo quería distenderme.
No quería sentir que parecía que estuviera recibiendo una sesión de masajes de manos de un profesional.
Pero mis músculos agradecían sus movimientos lentos, firmes en la justa medida, que los hacía aflojarse aun contra mi voluntad.
Con la cara hundida en la almohadilla circular que me permitía permanecer boca abajo sin alzar los brazos para sostener mi cabeza, mirando sin ver el suelo de cerámicos blancos bajo la camilla, mi respiración se hacía más pausada y profunda sin que pudiera evitarlo.
Había desprendido los breteles y la parte posterior del sostén, liberando mi espalda de obstáculos para esparcir aceite por toda mis espalda. Olía a lavanda y jazmín, y su perfume pareció hacerse más intenso cuando comenzó a hacerme masajes en completo silencio.
Al principio estaba envarada como una







