— ¿Por qué estamos aquí? — le pregunté entonces a Valentín.
El hombre parecía bastante callado y se veía un tanto agotado.
— Es lo que me pediste. ¿No querías ver la tumba de tu hermano? Y aquí está. Estamos aquí.
Yo miré alrededor. La carretera comenzaba a ampliarse, incluso el pavimento cuarteado parecía dar lugar a una carretera destapada, veredal. A ambos lados de la carretera un espeso bosque llenaba el lugar. Incluso pude sentir cómo el mismísimo Cristian se sintió tenso al respecto. Otra camioneta llegó detrás de nosotros. Yo me sentía bastante incómoda, ya no solo con que tuviera que aguantar a Cristian encima de mí a todas horas, sino también otra camioneta llena de guardaespaldas. Los trabajadores de Valentín estaban también en su respectiva camioneta. Pude sentir la tensión que llenaba el ambiente.
Entonces me tomé la libertad de tomar el control completo de lo que estaba pasando.
— Está bien — le dije a Valentín con seguridad — . Entonces llévame, porque quiero verlo.