182.
La indescriptible sensación que me invadió en el momento en el que pude observar el cuerpo fuerte de Nicolás alzarse entre la oscuridad fue indescriptible. Sabía que había ido a buscarme, sabía que había ido por mí, y la cara de terror que invadió el rostro de Oliver fue bastante satisfactoria.
— ¿Qué estás haciendo aquí? — le gritó Oliver con una rabia vomitiva, como si la mera presencia de su hermano lo intimidara.
No, seguramente eso era lo que pasaba. No solo le tenía rabia a Nicolás, también envidia, también miedo. Porque había comprobado que su hermano era capaz de cumplir lo que se proyectaba, que había prometido que limpiaría el nombre de su familia cuando se vengara de mí, y lo había cumplido. Y ahora también le había prometido que iba a detener, que iba a frenar por completo el avance de su maldita corrupción y de las zonas horribles que el hombre había hecho. Y lo estaba cumpliendo, y estaba ahí de pie asegurándose de que estaba cumpliendo esa promesa.
— Deja ir a