- No - grité, aterrada, en cuanto vi que Oliver levantó su arma hacia Cristian. Estaba segura que lo mataría, estaba segura que no dudaría ni un segundo en descargarle toda su arma en la frente. El guardaespaldas tenía razón en lo que había acabado de decir: Cristian era un eslabón poderoso en esa guerra. Justamente ese día había demostrado lo peligroso que podía ser, porque estaba atado y secuestrado y, aun así, casi terminó por completo con toda la organización.
Yo estaba segura de que no lo había hecho por mí, yo estaba ahí porque no quería hacerme daño, pero Oliver sabía que Cristian era un peligro andante, que cualquier oportunidad que le dieran la iba a aprovechar.
Pero mi grito fue demasiado fuerte. Los ojos verdes de Oliver se posaron en mí y yo no pude ser una ingenua ante sus iris. Siempre había pensado ingenuamente que mi pequeño Elián había heredado los ojos de su padre, pero en realidad no. Ahora que lo veía detenidamente, a Oliver más cerca que nunca, podía entender a la