Los minutos comenzaron a pasar. El terrible y asqueroso discurso que Oliver me había obligado a aprender prácticamente me produjo náuseas, pero no tenía más opción que enfrentarlo. Después, cuando lograra salir de ahí con vida, ya veríamos qué consecuencias tendría lo que estaba a punto de ser transmitido.
Una muchacha que, en definitiva, no sabía absolutamente nada de maquillaje me preparó lo mejor que pudo, cubriendo mis ojeras y también un par de moretones que tenía en la cara que ni siquiera recordaba en qué momento me los habían hecho. Todo tenía que parecer natural, como si de verdad yo estuviera ahí por mi propia voluntad, a punto de echar de cabeza al hombre que amaba.
Tenía que ser una buena actriz, una excelente actriz, porque tenía que ser lo suficientemente convincente para que Oliver creyera que estaba intentando dar lo mejor de mí en esa entrevista, pero dejar un resquicio para la duda, para que después, cuando pudiéramos escapar de ese lugar y pudiéramos decirle al públ