MOLLY DAVIS
Alexei abrió su computadora portátil, conectó la USB y empezó a abrir los archivos, uno por uno, mientras yo guardaba silencio, sentada en el borde de la cama. Conforme avanzaba sentía una presión en el pecho y ponía atención en su postura, en cómo su mano se apoyaba sobre su boca o a veces cubría sus ojos, haciendo una pausa para agarrar fuerza y continuar.
Por encima de su hombro pude ver parte del video. Una grabación en tonalidades azuladas donde se alcanzaba a ver el cuarto de Anna y como estaba conectada a tubos y monitores. Nunca la conocí, pero… se me estrujó el corazón.
El acto fue rápido y… frío, sin piedad. Nadia apareció en cuadro, se acercó a la cama con actitud benevolente, una postura que fingía respeto y humildad. Se plantó al lado de su vieja amiga, sostuvo su mano y habló. ¿Qué le dijo? Solo ella y Anna lo sabían, pues el video no tenía sonido.
Entonces, después de echar un vistazo a su alrededor, desconectó los monitores, apagándolos uno por uno antes