ALEXEI MAKAROV
La vi directo a los ojos y por primera vez no vi a la niña pequeña que tanto adoraba proteger y que hasta la fecha le tenía paciencia y consideración. Solo podía recapitular una y otra vez como mató a Anna a sangre fría. ¡Eran mejores amigas! ¡¿Por qué cometer algo tan cruel con alguien a quien amas?! ¡¿Qué la había motivado?!
Sabía que hacer esas preguntas solo me meterían en más problemas, así que guardé silencio por un momento y opté por seguirle la corriente y fingir que su presencia no me generaba decepción y asco.
—¿Podrías ser más específica? —pregunté con apatía, opacando un poco el brillo de sus ojos. Estaba decepcionada. De seguro esperaba que explotara de alegría, me rindiera ante sus pies y le suplicara un poco de su amor, pero estaba equivocada, tenía que hacer algo muy grande para sorprenderme.
Sonrió de medio lado, me tomó de la mano y me sacó de la cocina en silencio. Llevándome hasta una de las habitaciones de invitados, la más pequeña, la más olvida