ROCÍO CRUZ
—No —dijo James con firmeza, el ceño fruncido y los brazos cruzados. Su mejilla lucía un rasguño que se había hecho con los arbustos en los que cayó con Shawn. Tomé una pequeña toalla y comencé a limpiar su herida con gentileza mientras le daba vueltas a todo en mi cabeza.
Ya me había comprometido con Shawn y su causa, y no me sentía capaz de cancelar los planes en ese momento, además, la imagen de Rachel se repetía en mi mente. Su mirada tímida y confundida a cada acercamiento de Alexei, era como ver a una polilla atrapada por la luz de una lámpara, queriendo huir y sin poder hacerlo. Condenada a su propia desgracia.
—Tengo que hacerlo —susurré con melancolía mientras un dolor añejo comenzaba a crecer en mi pecho, mezclado con desesperación y melancolía.
—No es tu obligación, no es tu deber —insistió James tomando mi mano y alejándola de su herida—. Hablaré con Lucien y regresaremos a Estados Unidos esta noche. No pienso dejar que vayas a ese museo.
Noté la firmeza en su