ROCÍO CRUZ
Me vestí de manera mecánica, me puse el vestido rojo más provocativo que había llevado, así como joyería sutil pero costosa. Me vi al espejo y aunque mi trabajo no tenía la misma calidad del que hacían las sirvientas, debía de admitir que me veía bien, incómoda, pero sexy. Vacía, pero determinada.
Tomé mi bolso y salí de mi habitación. Caminé por el pasillo, pasando por fuera de la habitación de James que quedaba justo al lado de la mía. Esperaba verlo salir con un elegante traje dispuesto a acompañarme, pero eso no pasó, la puerta no se abrió. Estaba tentada a tocar, a buscarlo, insistir, pedirle que se quedara, que me apoyara, pero de la misma manera que él no solía gastar su saliva en cambiar decisiones ajenas, yo decidí mantener mis manos quietas y mis labios sellados.
—¡Wow! ¡Te ves preciosa! —exclamó Shawn al final del pasillo, luciendo un smoking que lo hacía ver muy diferente. Además, no llevaba las gafas grandes y estorbosas que lo caracterizaban.
Sus ojos azules