LUCIEN BLACKWELL
Con paso tembloroso, Nadia caminó hacia Camille. Por fin mi chofer se hizo a un lado y mi hermosa rubia retrocedió, sus ojos bien abiertos buscaban respuestas. De pronto el tembloroso taconeo de Nadia se detuvo, apretó los puños y jaló aire, haciendo a un lado su habitual orgullo.
—Camille, te debo una disculpa por lo que te hice —soltó más a fuerza que de ganas y encajé un poco más el cañón a modo de motivación. Tenía que esforzarse y que su tono fuera creíble—. Perdóname por haberte humillado de esa manera, no tuve que hacerlo. Eres la esposa de Lucien y tengo que respetarte.
»No lo volveré a hacer, lo prometo y… espero que en tu corazón puedas perdonarme.
Camille frunció el ceño y su mirada se movía inquieta. Noté como sus hombros se sacudieron suavemente, víctima de un escalofrío, tal vez por sus ropas húmedas, tal vez por la conmoción del momento.
—Creo que hace falta algo… —susurré no muy convencido de la actuación de Nadia.
—¿Qué más quieres, Lucien? —siseó v