Capítulo 26

Alexander.

Mientras Bianca dormía plácidamente, me levanté en silencio. Observé a la gata peluda que se había apoderado de la cama. Mi piel se erizó al verla; nunca me habían gustado los animales felino, pero ¿qué podía hacer si a mi chica le encantaban? Supongo que parte de amar a alguien es aprender a tolerar ciertas cosas, aunque te saquen de tu zona de confort.

Entré al baño para ducharme, pero el agua seguía fría. Aun así, dejé que cayera sobre mi cuerpo, buscando relajar los músculos tensos tras haber manejado durante horas. Al salir, me coloqué una toalla alrededor de la cintura y me vestí rápidamente con un pantalón y una camiseta. Recordé que había dejado mi pequeña maleta en el coche, así que decidí salir a buscarla.

Antes de hacerlo, lancé una mirada a Bianca. Seguía profundamente dormida, su rostro angelical iluminado por la luz que se filtraba por las cortinas. Incluso dormida, era una belleza. Salí de la habitación con cuidado, evitando hacer ruido. Miré a mi alrededor;
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