51. No puedo protegerlo
Catalina
Esos momentos en que podemos llegar a pensar “No puede ser peor” parecen ser ofensivas para el destino, porque entonces este viene y te demuestra que estás equivocada, que si puede ser peor.
Justo como ahora.
La oscuridad de esta celda es distinta. No es solo falta de luz, es ausencia de certezas. De consuelo. De justicia. Me despierto por cuarta vez en la noche, sobresaltada, como si en cualquier momento alguien fuera a gritar que todo fue un error y me dejaran salir.
Pero no pasa.
La reja sigue ahí. El aire sigue helado. Y en mi cabeza solo hay una voz: la de Julián.
“Si esto se alarga, Servicios Sociales va a intervenir. ¿Qué crees que va a pasar con Samuel? No tienes a nadie. Nat no es familia suya.”
Cierro los ojos con fuerza, tratando de borrar su imagen, su voz venenosa, la frialdad con la que lo dijo.
El miedo se ha vuelto mi única compañía y aunque quiero, no consigo sacarme esas palabras de encima y cuándo duermo solo puedo soñar con que se llevan a mi hijo, me lo qu