Marta bajó del coche, sin esperar por Marcos. Nuevamente un cóctel de emociones se mezclaban en su interior: rabia, desconcierto, deseo y remordimientos.
Marcos descendió del coche e intentó detenerla.
—Espera por favor —dijo sosteniéndola del brazo.
—No, Marcos. No tenemos nada de que hablar. Ese beso —dijo llevándose la mano a la boca y acariciando sus labios. De pronto, llena de enojo se frotó con el dorso de la mano.— No debió pasar.
—Pero pasó y tú y yo sabemos que esto no se trata de un simple beso. Hay algo más que eso, Marta.
—No, no, no —replicó— No podemos seguir con esto. No quiero fallarle a Laura, joder. ¿No lo entiendes?
—Claro que te entiendo y no te imaginas cuanto. ¿Piensas que esto es fácil para mí?
Repentinamente la puerta se abrió y frente a ellos, estaba Ignacio.
—Mi amor, te estaba esperando —dijo, y mostrando una sonrisa espléndida, se acercó a Marta, la rodeó con sus brazos y le estampó un beso en los labios, ignorando la presencia de Marcos.
Marta no s