Luego de aquel reencuentro, de la reconciliación y el perdón, Laura se abrió a la posibilidad de una segunda oportunidad junto a Marcos. Sin embargo, quería ir poco a poco, con calma, segura de que aquel paso que ambos deseaban dar juntos, fuese firme, seguro y sobre todo recuperando la confianza que había sido pisoteada por él, tiempo atrás.
Durante los meses siguientes, él se entregó por completo a la tarea de reconquistarla. No hubo día en que no buscara una forma, por pequeña que fuera, de demostrarle cuánto lamentaba el error cometido. Había comprendido, quizá demasiado tarde, el valor de lo que había estado a punto de perder, y aquella certeza lo impulsaba a no rendirse.
Cada gesto, cada palabra, cada mirada suya era una promesa de no fallarle otra vez. Ya no se trataba solo de pedir perdón, sino de reconstruir, con paciencia y ternura, los cimientos de algo más fuerte que antes. Ella lo observaba con cautela, intentando resistirse, pero era imposible no percibir la sinceridad