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Capítulo 6: El secreto en la caja antigua

Valentina llegó temprano a casa de su madre, con el corazón latiéndole como un tambor. El desayuno estaba servido, pero ninguna de las dos tenía apetito. Clara la recibió con una sonrisa forzada y la invitó a sentarse en la sala.

—No he dormido —dijo Valentina, mientras dejaba su bolso a un lado—. No después de lo del incendio. Ni después de esta sensación de que todos nos están ocultando algo.

Clara bajó la mirada, removiendo su café con la cucharilla aunque ya estaba frío.

—¿Por qué querías hablar de tu padre? —preguntó finalmente.

—Porque creo que nunca nos dijeron toda la verdad sobre su muerte —respondió Valentina sin rodeos—. Y porque hay demasiadas cosas que no encajan. Mamá, necesito saberlo todo.

Clara cerró los ojos un instante. Cuando los abrió, se veían más viejos, más cansados.

—Tu padre… no murió solo por un infarto, Valentina. Esa fue la versión oficial. Pero en realidad, había recibido amenazas semanas antes. Por negocios. Por algo que encontró.

—¿Qué encontró?

Clara se levantó lentamente y caminó hasta el mueble del comedor. De una gaveta sacó una caja de madera antigua, con una cerradura rota. La colocó sobre la mesa y la abrió con cuidado.

Dentro había papeles viejos, fotografías, y un sobre amarillo. Valentina lo tomó con manos temblorosas y lo abrió.

—¿Qué es esto? —preguntó, extrayendo varias páginas—. ¿Un informe médico? ¿Una autopsia?

Clara asintió.

—Lo mandé a hacer en secreto. Tu padre tenía moretones en los brazos… señales de forcejeo. Pero alguien en el hospital hizo desaparecer las pruebas. Tu abuelo lo sabía, pero quiso protegerte. Quiso proteger a todos.

Valentina sintió un vértigo en el estómago. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar de una forma retorcida.

—¿Y por qué nadie me lo dijo?

—Porque eras muy joven… y porque todos pensábamos que el peligro había pasado.

Valentina apretó los dientes.

—Pues no ha pasado. Está más presente que nunca.

En ese momento, su celular vibró. Era un mensaje de Alejandro: “Necesito verte. Encontré algo que podría cambiarlo todo.”

Valentina miró a su madre una última vez.

—Voy a llegar al fondo de esto. Cueste lo que cueste.

Cuando llegó a la oficina de Alejandro, él la esperaba en su despacho con un rostro sombrío.

—Tenemos un traidor dentro —dijo sin rodeos.

—¿Quién?

Alejandro le extendió una carpeta con varias hojas impresas. Eran correos interceptados y registros de llamadas.

—Camila. Tu prima. Ella vendió información confidencial a nuestra competencia. Y hay indicios de que fue ella quien dio acceso al almacén el día del incendio.

Valentina sintió una mezcla de rabia y traición. Camila, su prima, su confidente. ¿Cómo había podido?

—No puede ser… —susurró.

—Lo es. Y hay más. Estoy convencido de que lo de tu padre y esto están conectados.

—¿Tú crees que alguien dentro de nuestras familias lo quiso muerto?

Alejandro la miró en silencio, y su expresión lo decía todo.

Valentina se dejó caer en el sofá. El mundo que conocía se estaba desmoronando… pero por primera vez, también sentía que estaba comenzando a ver la verdad.

Y eso, por más doloroso que fuera, era el primer paso para recuperar el control.

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