Valentina no lo estaba buscando. Ni siquiera tenía intenciones de hurgar en el pasado. Pero el sobre, semiabierto y mal guardado entre unos libros del estudio de Alejandro, llamó su atención por pura casualidad. Pensó que sería un contrato comercial más, uno de los tantos papeles que Alejandro solía dejar olvidados entre informes y revistas. Sin embargo, al leer su nombre en la primera línea, su curiosidad pudo más.
“Cláusula adicional – Acuerdo matrimonial entre Alejandro Rivas y Valentina Mendoza.”
Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Tragó saliva y, con manos temblorosas, empezó a leer. No quería hacerlo. Pero no podía dejarlo.
La cláusula era clara. Cruda.
“El matrimonio será válido por un período mínimo de un año, garantizando la estabilidad accionaria frente al Consejo Directivo de Rivas Corporación. Al finalizar dicho plazo, se procederá a la disolución sin repercusiones legales ni económicas para el señor Rivas, quien compensará a la señora Mendoza con una suma previame