Inicio / Romance / El precio de estar contigo / Capítulo 15: El eco de las decisiones
Capítulo 15: El eco de las decisiones

El amanecer filtró su luz tenue a través de las cortinas, dibujando siluetas doradas sobre el suelo de madera. Valentina aún estaba despierta. No había cerrado los ojos en toda la noche. La conversación con Alejandro resonaba en su mente una y otra vez, como un eco que se negaba a disiparse.

No sabía qué pesaba más: el dolor de la traición o el temor de ceder al perdón.

Bajó las escaleras descalza, con el corazón agitado. Necesitaba salir, respirar, alejarse de esa casa que por momentos se sentía como una jaula. Al abrir la puerta principal, lo encontró allí, en el jardín, regando las plantas con movimientos mecánicos. No la vio al principio, pero apenas sintió su presencia, se volteó.

—¿Vas a algún lado? —preguntó, dejando la manguera a un lado.

—A caminar —respondió ella, evitando su mirada—. Necesito despejarme.

Alejandro asintió, comprendiendo más de lo que ella decía. No la detuvo, pero tampoco volvió adentro. La siguió con la vista mientras se alejaba por el sendero, como si cada paso suyo también se llevara un pedazo de su propia calma.

Valentina caminó sin rumbo fijo, solo guiada por el deseo de encontrarse a sí misma. Pasó por el parque donde alguna vez lo vio reír con los niños, por la cafetería donde compartieron su primera charla sincera. Cada lugar parecía teñido de recuerdos que dolían más ahora que sabía la verdad.

Esa tarde, recibió una llamada inesperada. Era Laura, su mejor amiga desde la universidad.

—¿Estás bien? —fue lo primero que dijo, con una mezcla de preocupación y ternura.

Valentina tragó saliva antes de responder.

—No lo sé, Lau. Siento que todo lo que creía, lo que empezaba a sentir… no sé si fue real o solo parte del contrato.

—Lo que tú sentiste fue real. Y por cómo hablas de él… lo que él siente también lo es. Pero eso no significa que tengas que perdonarlo de inmediato.

—¿Y si nunca puedo confiar en él otra vez?

Laura hizo una pausa. Luego respondió con suavidad:

—Entonces al menos asegúrate de no arrepentirte por no haberle dado la oportunidad de demostrarte lo contrario.

Al caer la noche, Valentina volvió a casa. Alejandro estaba en el estudio, con una copa de vino intacta sobre el escritorio. Al verla entrar, se levantó.

—Te estaba esperando —dijo.

—Lo sé.

El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero esta vez era distinto. Menos denso. Más humano.

—He hablado con mi abogado —dijo Alejandro de pronto—. El contrato… ya no existe. Lo anulé esta tarde. Quiero que te quedes porque tú lo deseas, no porque un papel te lo exige.

Valentina lo miró, incrédula.

—¿Lo hiciste de verdad?

Él asintió. Sacó una hoja doblada del cajón. Era una copia del documento de anulación. Ella la tomó entre sus manos, temblorosas una vez más, pero esta vez por razones distintas.

—No sé qué va a pasar entre nosotros, Alejandro. Pero al menos… gracias por este primer paso.

—No será el único —prometió él.

Ella bajó la mirada, sin decir más. Luego, sin pensarlo mucho, se acercó y lo abrazó. No fue un abrazo de reconciliación, sino de tregua. De esos que no curan del todo, pero sí alivian un poco.

Y por primera vez en días, el silencio entre ellos ya no era una barrera… sino un puente.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP