Capítulo 87: Entre confesiones y verdades.
Eliana sintió que la ira y el dolor la golpeaban al mismo tiempo. Su cuerpo se tensó, y su respiración se volvió inestable. Miró a José Manuel con los ojos ardiendo en lágrimas contenidas.
—Tú también has sido el único hombre en mi vida —susurró con la voz temblorosa, pero llena de verdad—. Siempre lo has sido.
José Manuel soltó una carcajada amarga, incrédula.
—No mientas, Eliana —dijo con dureza, su mandíbula marcada por la rabia contenida—. Sé que perdiste un hijo… y estoy más que seguro que ese hijo que perdiste era de Isaac.
Eliana sintió cómo esas palabras la atravesaban como un cuchillo. Su cuerpo se estremeció, y la furia le nubló la razón.
—¿De verdad piensas eso? —preguntó con voz rota, mirándolo con una mezcla de dolor y decepción—. ¿De verdad crees que yo te habría engañado con Isaac?
José Manuel desvió la mirada, pero su expresión seguía fría, distante.
—¿Qué otra explicación hay? —preguntó con amargura—. Tú perdiste un hijo y yo ni siquiera sabía que estabas embarazada.